Echoes

"My friend, you are not my friend, but how shall I make you understand? My path is not your path, yet together we walk, hand in hand."
—My Friend, Khalil Gibran
La caricia perdida
Lo fatal
La culpa es de uno
No te salves
Te deseo
Palabras para Julia
El Niño de la Noche
La desesperación
Desmayarse, atreverse, estar furioso
Variations on the Word Sleep
When I Heard the Learn'd Astronomer
La caricia perdida
Alfonsina Storni
Se me va de los dedos la caricia sin causa, se me va de los dedos... En el viento, al pasar, la caricia que vaga sin destino ni objeto, la caricia perdida ¿quién la recogerá? Pude amar esta noche con piedad infinita, pude amar al primero que acertara a llegar. Nadie llega. Están solos los floridos senderos. La caricia perdida, rodará... rodará... Si en los ojos te besan esta noche, viajero, si estremece las ramas un dulce suspirar, si te oprime los dedos una mano pequeña que te toma y te deja, que te logra y se va. Si no ves esa mano, ni esa boca que besa, si es el aire quien teje la ilusión de besar, oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos, en el viento fundida, ¿me reconocerás?
Lo fatal
Rubén Darío
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, y más la piedra dura, porque ésa ya no siente, pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente. Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, y el temor de haber sido y un futuro terror... Y el espanto seguro de estar mañana muerto, y sufrir por la vida y por la sombra y por lo que no conocemos y apenas sospechamos, y la carne que tienta con sus frescos racimos, y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, y no saber adónde vamos, ¡ni de dónde venimos!
No te salves
Mario Benedetti
No te quedes inmóvil al borde del camino no congeles el júbilo no quieras con desgana no te salves ahora ni nunca no te salves no te llenes de calma no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo no dejes caer los párpados pesados como juicios no te quedes sin labios no te duermas sin sueño no te pienses sin sangre no te juzgues sin tiempo pero si pese a todo no puedes evitarlo y congelas el júbilo y quieres con desgana y te salvas ahora y te llenas de calma y reservas del mundo sólo un rincón tranquilo y dejas caer los párpados pesados como juicios y te secas sin labios y te duermes sin sueño y te piensas sin sangre y te juzgas sin tiempo y te quedas inmóvil al borde del camino y te salvas entonces no te quedes conmigo.
La culpa es de uno
Mario Benedetti
Quizá fue una hecatombe de esperanzas Un derrumbe de algún modo previsto Ah, pero mi tristeza solo tuvo un sentido Todas mis intuiciones se asomaron Para verme sufrir Y por cierto me vieron Hasta aquí había hecho y rehecho Mis trayectos contigo Hasta aquí había apostado A inventar la verdad Pero [tú] encontraste la manera Una manera tierna Y a la vez implacable De desahuciar mi amor Con un solo pronóstico lo quitaste De los suburbios de tu vida posible Lo envolviste en nostalgias Lo cargaste por cuadras y cuadras Y despacito Sin que el aire nocturno lo advirtiera Ahí [sin más] lo dejaste A solas con su suerte Que no es mucha Creo que tienes razón La culpa es de uno cuando no enamora Y no de los pretextos Ni del tiempo Hace mucho, muchísimo Que yo no me enfrentaba Como anoche al espejo Y fue implacable como tú Mas no fue tierno Ahora estoy solo Francamente solo Siempre cuesta un poquito Empezar a sentirse desgraciado Antes de regresar A mis lóbregos cuarteles de invierno Con los ojos bien secos Por si acaso Miro como te vas adentrando en la niebla Y empiezo a recordarte
Te deseo
Victor Hugo
Te deseo primero que ames, y que amando, también seas amado. Y que, de no ser así, seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guardes rencores. Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas ser sin desesperar. Te deseo también que tengas amigos, y que, incluso malos e inconsecuentes sean valientes y fieles, y que por lo menos haya uno en quien confiar sin dudar. Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta, para que, algunas veces, te cuestiones tus propias certezas. Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro. Te deseo además que seas útil, más no insustituible. Y que en los momentos malos, cuando no quede más nada, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie. Igualmente, te deseo que seas tolerante, no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente y que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros. Te deseo que siendo joven no madures demasiado de prisa, y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer, y que siendo viejo no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es necesario dejar que fluyan entre nosotros. Te deseo de paso que seas triste. No todo el año sino apenas un día. Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena, que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana. Te deseo que descubras, con urgencia máxima, por encima y a pesar de todo, que existen, y que te rodean, seres oprimidos, tratados con injusticia y personas infelices. Te deseo que acaricies un perro alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal, porque de esa manera, sentirás bien por nada. Deseo también que plantes una semilla, por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está hecho un árbol. Te deseo además, que tengas dinero, porque es necesario ser práctico, y que por lo menos una vez por año pongas algo de ese dinero frente a ti y digas «Esto es mío» sólo para que quede claro quién es el dueño de quien. Te deseo también que ninguno de tus afectos muera, pero que si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable. Te deseo por fin que siendo hombre, tengas una buena mujer y que siendo mujer, tengas un buen hombre, mañana y al día siguiente, y que cuando estén exhaustos y sonrientes, hablen sobre amor para recomenzar. Si todas estas cosas llegaran a pasar no tengo más nada que desearte.
Palabras para Julia
José Agustín Goytisolo
Tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja como un aullido interminable. Hija mía es mejor vivir con la alegría de los hombres que llorar ante el muro ciego. Te sentirás acorralada te sentirás perdida o sola tal vez querrás no haber nacido. Yo sé muy bien que te dirán que la vida no tiene objeto que es un asunto desgraciado. Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso. La vida es bella, ya verás como a pesar de los pesares tendrás amigos, tendrás amor. Un hombre solo, una mujer así tomados, de uno en uno son como polvo, no son nada. Pero yo cuando te hablo a ti cuando te escribo estas palabras pienso también en otra gente. Tu destino está en los demás tu futuro es tu propia vida tu dignidad es la de todos. Otros esperan que resistas que les ayude tu alegría tu canción entre sus canciones. Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso. Nunca te entregues ni te apartes junto al camino, nunca digas no puedo más y aquí me quedo. La vida es bella, tú verás como a pesar de los pesares tendrás amor, tendrás amigos. Por lo demás no hay elección y este mundo tal como es será todo tu patrimonio. Perdóname no sé decirte nada más pero tú comprende que yo aún estoy en el camino. Y siempre siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso.
El Niño de la Noche
Miguel Hernández
Riéndose, burlándose con claridad del día, se hundió en la noche el niño que quise ser dos veces. No quise más la luz. ¿Para qué? No saldría más de aquellos silencios y aquellas lobregueces. Quise ser... ¿Para qué?... Quise llegar gozoso al centro de la esfera de todo lo que existe. Quise llevar la risa como lo más hermoso. He muerto sonriendo serenamente triste. Niño dos veces niño: tres veces venidero. Vuelve a rodar por ese mundo opaco del vientre. Atrás, amor. Atrás, niño, porque no quiero salir donde la luz su gran tristeza encuentre. Regreso al aire plástico que alentó mi inconsciencia. Vuelvo a rodar, consciente del sueño que me cubre. En una sensitiva sombra de transparencia, en un íntimo espacio rodar de octubre a octubre. Vientre: carne central de todo lo existente. Bóveda eternamente si azul, si roja, oscura. Noche final en cuya profundidad se siente la voz de las raíces y el soplo de la altura. Riéndose, burlándose con claridad del día, se hundió en la noche el niño que quise ser dos veces. No quise más la luz. ¿Para qué? No saldría más de aquellos silencios y aquellas lobregueces. Bajo tu piel avanzo, y es sangre la distancia. Mi cuerpo en una densa constelación gravita. El universo agolpa su errante resonancia allí, donde la historia del hombre ha sido escrita. Mirar, y ver en torno la soledad, el monte, el mar, por la ventana de un corazón entero que ayer se acongojaba de no ser horizonte abierto a un mundo menos mudable y pasajero. Acumular la piedra y el niño para nada: para vivir sin alas y oscuramente un día. Pirámide de sal temible y limitada, sin fuego ni frescura. No. Vuelve, vida mía. Mas, algo me ha empujado desesperadamente. Caigo en la madrugada del tiempo, del pasado. Me arrojan de la noche. Y ante la luz hiriente vuelvo a llorar desnudo, como siempre he llorado.
La desesperación
José de Espronceda
Me gusta ver el cielo con negros nubarrones y oír los aquilones horrísonos bramar, me gusta ver la noche sin luna y sin estrellas, y sólo las centellas la tierra iluminar. Me agrada un cementerio de muertos bien relleno, manando sangre y cieno que impida el respirar, y allí un sepulturero de tétrica mirada con mano despiadada los cráneos machacar. Me alegra ver la bomba caer mansa del cielo, e inmóvil en el suelo, sin mecha al parecer, y luego embravecida que estalla y que se agita y rayos mil vomita y muertos por doquier. Que el trueno me despierte con su ronco estampido, y al mundo adormecido le haga estremecer, que rayos cada instante caigan sobre él sin cuento, que se hunda el firmamento me agrada mucho ver. La llama de un incendio que corra devorando y muertos apilando quisiera yo encender; tostarse allí un anciano, volverse todo tea, y oír como chirrea ¡qué gusto!, ¡qué placer! Me gusta una campiña de nieve tapizada, de flores despojada, sin fruto, sin verdor, ni pájaros que canten, ni sol haya que alumbre y sólo se vislumbre la muerte en derredor. Allá, en sombrío monte, solar desmantelado, me place en sumo grado la luna al reflejar, moverse las veletas con áspero chirrido igual al alarido que anuncia el expirar. Me gusta que al Averno lleven a los mortales y allí todos los males les hagan padecer; les abran las entrañas, les rasguen los tendones, rompan los corazones sin de ayes caso hacer. Insólita avenida que inunda fértil vega, de cumbre en cumbre llega, y arrasa por doquier; se lleva los ganados y las vides sin pausa, y estragos miles causa, ¡qué gusto!, ¡qué placer! Las voces y las risas, el juego, las botellas, en torno de las bellas alegres apurar; y en sus lascivas bocas, con voluptuoso halago, un beso a cada trago alegres estampar. Romper después las copas, los platos, las barajas, y abiertas las navajas, buscando el corazón; oír luego los brindis mezclados con quejidos que lanzan los heridos en llanto y confusión. Me alegra oír al uno pedir a voces vino, mientras que su vecino se cae en un rincón; y que otros ya borrachos, en trino desusado, cantan al dios vendado impúdica canción. Me agradan las queridas tendidas en los lechos, sin chales en los pechos y flojo el cinturón, mostrando sus encantos, sin orden el cabello, al aire el muslo bello… ¡Qué gozo!, ¡qué ilusión!
Desmayarse, atreverse, estar furioso
Lope de Vega
Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso; huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor süave, olvidar el provecho, amar el daño; creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño; esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Variations on the Word Sleep
Margaret Atwood
I would like to watch you sleeping, which may not happen. I would like to watch you, sleeping. I would like to sleep with you, to enter your sleep as its smooth dark wave slides over my head and walk with you through that lucent wavering forest of bluegreen leaves with its watery sun & three moons towards the cave where you must descend, towards your worst fear I would like to give you the silver branch, the small white flower, the one word that will protect you from the grief at the center of your dream, from the grief at the center. I would like to follow you up the long stairway again & become the boat that would row you back carefully, a flame in two cupped hands to where your body lies beside me, and you enter it as easily as breathing in I would like to be the air that inhabits you for a moment only. I would like to be that unnoticed & that necessary.
When I Heard the Learn'd Astronomer
Walt Whitman
When I heard the learn'd astronomer; When the proofs, the figures, were ranged in columns before me; When I was shown the charts and the diagrams, to add, divide, and measure them; When I, sitting, heard the astronomer, where he lectured with much applause in the lecture-room, How soon, unaccountable, I became tired and sick; Till rising and gliding out, I wander'd off by myself, In the mystical moist night-air, and from time to time, Look'd up in perfect silence at the stars.